martes, 30 de diciembre de 2008

Testigo

La casualidad, el destino, el proceso mecánico, Dios... bien poco importa qué o quién sea la causa, si es que la hay, pero lo cierto es que cuando me pongo a pensar en qué es y cómo funciona el mundo, llego una y otra y otra vez al mismo punto y me quedo fascinado, desorientado, perplejo con las coincidencias y semejanzas que se dan entre el funcionamiento que conozco del Universo, la mente, la consciencia, y un único objeto: el espejo. Siempre el espejo.

Lo diré sin tapujos, aunque también sin argumentos, pero: el espejo es la clave para entender el funcionamiento de la consciencia humana. Desde ella comprendemos y damos valor de existencia al mundo, y por ello el mundo se parece a la consicencia. O quizás el mundo sea así en realidad, pero ése es otro tema. No pongo aquí los argumentos porque no los tengo ligados por escrito y porque no los he bombardeado con la crítica como suelo hacer siempre antes de afirmar que algo es cierto. Pero en mi mente y en algunos borradores la estructura de momento parece que casa muy, muy bien.

Escribo este texto básicamente porque estoy emocionado, porque es la enésima vez que llego a esa conclusión (si es que se puede llamar así) y cada vez que me ha ocurrido he pensado: "tengo que hacerlo constar, antes de que se me adelante alguien, y si alguien se me adelanta, por lo menos quiero tener una prueba para que alguien me crea cuando diga que ya lo sabía". Yo preferiría que los humanos funcionásemos colaborando, en vez de compitiendo, pero esto a día de hoy no es así, así que hago esto "por si las moscas".

Por otro lado (y ahora el Señor Libélula se calma...), quizá ya alguien tenga escrita alguna teoría al respecto en algún libro que, desde luego, debe de estar olvidado en algún arcón todavía sin descubrir (y debe estar sin descubrir porque sino no entiendo a qué estamos jugando los humanos...). O quizá, tristemente, descubierto pero no difundido. Si alguien sabe algo acerca de eso, o cosas parecidas, ruego me informe (y desde luego borraré esta actualización con la cabeza gacha...).

Los aspectos más extraños de la filosofía, la física y las matemáticas, como el infinito, la paradoja, los límites del mundo, los universos paralelos, la luz, entre otros, estan relacionados con el espejo, que históricamente tiene, como sabemos, un aura de misterio bastante amplia. ¡Y nos limitamos a describirlo tansolo como una superficie que refleja toda la luz!

En fin, he mezclado paracetamol con cerveza sin darme cuenta, espero que no tenga nada que ver con esto.

Buenas noches.

martes, 16 de diciembre de 2008

Fundamentación de los Derechos Humanos

  1. Me encuentro en una habitación vacía. Son cuatro paredes lisas, un techo, un suelo, y nada más. He estado ahí desde siempre, es lo único que conozco. No puedo hacer nada más que seguir ahí.
  2. Me encuentro en una habitación vacía. Hay una puerta. Intento abrirla, pero no se puede. Lo intento muchas veces durante mucho tiempo, pero la puerta no se abre. No existe la posibilidad de salir.
  3. Me encuentro en una habitación vacía. Hay una puerta. Quiero salir. Abro la puerta y salgo.
  4. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de blanco. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. El hombre me mira y me dice: “tienes derecho a salir”. No entiendo muy bien lo que me quiere decir, puesto que quiero salir y tengo la posibilidad de salir, ¿qué significa que tengo derecho a salir? De todos modos, abro la puerta y salgo.
  5. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de negro. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. El hombre me mira y me dice: “No puedes salir”. Yo me extraño ante la afirmación. “Sí que puedo salir” le digo “puesto que la puerta puede abrirse”. El hombre me mira mal y me dice: “Lo que quería decir es que no quiero que salgas”. “Oh” me exclamo “pues usted perdone, pero yo estoy cansado de estar aquí, así que si me disculpa…” Intento salir, pero el hombre me retiene con una mano. “Creo que no lo entiende” me dice “le prohíbo salir”. Yo me extraño más aún, y me irrito “¿Ah sí? ¿Y con qué legitimidad me prohíbe usted salir, señor?”. El hombre vestido de negro hunde la mano bajo su americana y me muestra una navaja. Me lo pienso mejor y prefiero no salir.
  6. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de blanco y otro vestido de negro. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. “Tienes derecho a salir” me dice el hombre de blanco. “Te prohíbo salir” dice el de negro. “Pero este hombre tiene derecho a salir” le dice el primero al segundo. “Pero no me da la gana de que salga” le contesta el segundo al primero. “Oiga” le dice el de blanco al de negro “Este señor tiene derecho a salir y usted no puede prohibírselo”. El de negro, enfadado y sacando la navaja contesta: “¿Ah no? ¿Y quién va a impedirme que se lo prohíba?”. El hombre de blanco saca una pistola de debajo de su americana. Por suerte, finalmente puedo salir, aunque no me queda claro si tenía o no tenía el derecho a hacerlo.
  7. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de blanco y otro vestido de negro. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. “Tienes derecho a salir” me dice el hombre de blanco. “Te prohíbo salir” dice el de negro. “Pero este hombre tiene derecho a salir” le dice el primero al segundo. “Pero no me da la gana de que salga” le contesta el segundo al primero. “Oiga” le dice el de blanco al de negro “Este señor tiene derecho a salir y usted no puede prohibírselo”. El de negro, enfadado y sacando la navaja contesta: “¿Ah no? ¿Y quién va a impedirme que se lo prohíba?”. El hombre de blanco saca una pistola de debajo de su americana. Pero entonces llegan seis hombres más vestidos de negro con navajas, y respondiendo a esto llegan ocho hombres de blanco con pistolas, y todos discuten si debo, si puedo o si tengo el derecho a salir. Cansado de la situación, les lanzo una granada de mano y salen todos por los aires. Al fin entendí que era lo del derecho a salir. Abro la puerta, que está un poco chamuscada, y salgo.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Qué es

Qué es.
¿Qué es esta fuerza extraña que con sus garras me retiene en la cama deshecha de varios días, en un domingo soleado, al final de una buena semana?
¿De quién es esa extraña voz que imita la mía y con su nefasta melodía me obliga a no despegarme de las sábanas durante horas, muchas, muchas horas de sueños, consciencia y semiconsciencia?
¿Qué vampiro surgido de un cuento terrorífico me ha sorbido la energía para decidir, para actuar, para pensar?

La visita de este maligno ser sin rostro ni voz propia se repite cada cierto tiempo, cuando menos me lo espero. Me asalta siempre en la madrugada, me desvelo, me despierto cuando las calles aún no están puestas y luego, cuando el sol enrojecido del alba justo empieza a bañar los tejados y las fachadas más altas, mi "amigo" me agarra, me arrastra a la cama, me tapa con la manta hasta la parte más alta de mi cuerpo y me habla, como una madre que no es mía, que no tiene hijos propios y los desea a toda costa, y me dice que no me vaya, que no la deje, que soy suya. Y mientras el mundo a mi alrededor sigue su curso ahí estoy yo, en un útero oscuro y pastoso, donde nada hay, más que destellos blancuzcos de tristeza y de miedo, y con espasmos involuntarios de mi cuerpo, pido que me dejen salir. Pero no es así, y en la espera, el mundo que conozco se desintegra, los lazos que lo sujetan son cortados con tijeras afiladas de plata de un brillo sospechoso, y dichos lazos, ya cercenados, ondulan hasta perderse de mi vista en direcciones contrarias. Todos, todos los lazos rotos, con la excepción de un cordón umbilical de tono verdoso que sale de mi vientre y rodea mi cuerpo asfixiándome. Alguien tira de él y mi estómago se resiente. Qué angustia, Dios.

Pero ahora que el sol se ha retirado, y estoy escribiendo esto, parece que la angustia se disipa, que el recuerdo pierde nitidez, y a su vez, importancia.

Y como siempre al terminar, la duda de si debo publicar lo escrito. Y como ya he estado demasiado aislado el día de hoy, pensando, lo publico finalmente, sin reparar en el significado del propio acto en sí.


jueves, 4 de diciembre de 2008

Soledad y cuervos



Tras mucho tiempo me encuentro en casa solo por poco tiempo,
oscura tarde, casi noche, en que acecha el frío invierno
no hay más luz en la penumbra que la estufa que me alumbra
silenciosa compañera ahuyenta el frío que me hiela
los dedos frágiles, las manos que dibujan estas letras
y torpes versos con muletas.

Se oye un ruido en la escalera y el reloj hace "tic-tac"
un espejo y su reflejo allá a lo lejos se burlan de mi soledad
mostrando un pálido rostro que no es mío, es de otro.
El blanco humo del tabaco se arremolina en la oscuridad
y se mezcla con las sombras de maléficos objetos
hartos de su cotidianeidad.

Formas vagas, punzantes sombras, horas solas
y el cuervo de Poe golpeando el cristal de la ventana
Algo extraño pasa
los versos se desintegran, el reloj sigue "tic-tac"
la rima me abandona, también la luz de la estufa
el frío me invade
los dedos se hielan
y los pensamientos, flechas hirientes
no puedo continuar

Bendita soledad.





sábado, 22 de noviembre de 2008

Gel

Trontolla l'ésser dins meu.
Les partícules es confonen en una munió de xocs, sotracs i giragonses, perquè volen traspassar la meva carn, la meva pell, i travessar l'aire que ens separa, per a penetrar en la teva carn i els teus ossos. Volen recórrer els teus nervis, les teves venes, els teus àtoms, i conquerir cada racó. Volen fondre's com la neu i impregnar-te de mi, volen posseir-te, volen que siguem la mateixa cosa.

Però no poden pas sortir. Això no les atura. Et busquen. I com que no poden fugir de mi, et busquen cap a dins, en la foscor dels meus records, dels meus desitjos. Et busquen entre la boira que cobreix com un vel la terra dels meus somnis. De vegades sembla que et troben, que albiren en la llunyania del meu seny una figura humana. S'hi apropen veloces. I no ets tu. Mai ets tu. I tornen a buscar. Sembla que et troben, confós, vagant pel regne de les figures arquetípiques. Però quan hi arriben... mai, mai ets tu.

La seva recerca és inútil, ho sé. Perquè ets un viatjant incansable. Perquè evites aquest món avorrit, el desprecies. Camines, corres, voles, a través de totes les realitats possibles. I les impossibles, també aquestes. I les meves partícules et segueixen, sempre un pas enrere, i no et troben mai. Jo deixo que facin. No puc aturar-les, ni convèncer-les de l'absurd del seu afany. Ja m'has fet entendre que, l'únic que puc fer, és esperar que siguis tu qui em busqui, qui em trobi, al bell mig de tota aquesta turbulència de partícules desordenades, desesperades, que envaeix el món.

Un cop, vaig sentir que algú deia, en veu baixa, que ens trobariem en una taverna, enclavada a la Terra del Gel. No sé què vol dir. Ja m'ho explicaràs.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Todos nosotros.


Tú y él.
Ella y yo.
Nosotros.
Los otros.
Todos los demás.

Lanzados al torbellino del tiempo
Surcamos este océano de hiel
Agitando nuestros remos
Sin saber muy bien por qué.

Quien dice que lo sabe, inconscientemente miente
Y quien lo sabe no lo dice; ya murió
Pues la última verdad es la muerte
(la primera soy yo).

Yo y tú.
Él y yo.
Yo y yo.
Y yo.
No nos conocemos.

martes, 11 de noviembre de 2008

11/11/08

Nunca podré saberlo a ciencia cierta, pero creo que los demás me ven como un tipo un poco infantil, caprichoso, incapaz de tomar decisiones y de asumir responsabilidades. Por ejemplo, cada vez que hay unas elecciones, sean del tipo que sean, tiendo a sentirme mal, porque todo el mundo vota a favor o en contra de X, por esta u otra razón. Y yo siempre tengo que decir: no, no he ido a votar. Y siento que me miran como un traidor, o como alguien que se deja llevar según sopla el viento.

Mi profesor de Antropología Filosófica no se cansa de repetir dogmáticamente que el hombre es el único ser que se hace a sí mismo, que tiene libertad, o cierta libertad, y que esa libertad radica en el amplio abanico de posibilidades que se le presentan para elegir. Yo creo que ese hombre repite las cosas como un loro. Yo creo, que nadie que haya experimentado esa libertad puede tener ganas de promulgarla tan felizmente y tantas veces, presentándola como algo bueno y maravilloso.

La gente en general, tiende a ceder la responsabilidad de su vida a otros. Su manutención se la deja al gobierno, su alma a Dios y sus pecados al Diablo. Quien no cree ni en Dios ni en el Diablo, ni en otras entidades que hagan su función, se queja a los médicos por no saber curarles, a sus padres por haberlos traído al mundo de esa manera, a sus profesores y tutores por haberlos educado mal. O culpan a la sociedad, a los ricos por hacerles sentir pobres, a las grandes empresas por hacerles gastar más de lo que deben. En general, se culpa a la cultura de los grandes males, haciendo ver que eso de la cultura, o la sociedad, es algo ajeno a uno mismo.

Pero yo he llegado a sentirme al margen de todo eso, de la cultura, de mis padres, mis educadores, de dios y hasta de mi propio cuerpo. Si yo he podido hacer eso, entonces cualquiera puede. Pero cualquiera que lo haya hecho, se da cuenta de que sus pasos no se apoyan en ningún sitio y sólo hace que caer. Cualquiera que haya tocado esa libertad con las manos de su mente, no podrá decir que es buena ni maravillosa. Cae sobre uno mismo la responsabilidad del mundo y de la propia vida, del futuro y del pasado y además, si uno no quiere volverse loco o ser tomado por ello, debe lidiar con las vidas de los demás, aprender a entender sus miradas y palabras y medir las suyas propias, como haciendo malabarismos sobre una cuerda floja que pende sobre un vertiginoso acantilado.

En esos momentos uno tiene TODAS las posibilidades sobre la mesa, de las más cómodas a las más sonadas, pasando por las más peligrosas, las más tristes, las más difíciles. Y en esos momentos uno se queda estático, temeroso, y se da cuenta de que nada de lo que hay fuera tiene sentido por sí solo, debe hacer un esfuerzo para discernir la posibilidad que más le conviene, no la correcta, porque no existe la posibilidad de error en esa situación. En esos dificilísimos momentos, nadie puede ayudarle a uno a tomar la decisión, está completamente solo. En esos momentos, no tiene cabida la palabra, no puede decirse nada. Toda opción es válida y toda acción carece de sentido.

Es difícil ir por el mundo con esa responsabilidad a cuestas, con esa supuesta libertad. Y más difícil es hacérsela entender al otro, que sólo conoce lo que ven sus ojos. Mientras yo sé que soy valiente, que me enfrento a mi vida, que cargo con todas las consecuencias de mis actos y de mis pensamientos, que indago en lugares nuevos y oscuros día sí y día también, que me conozco cada día más y más y que tengo mis razones para todo ello... mientras eso ocurre, soy consciente de que lo que se ve desde fuera no tiene nada que ver, y se produce un corte entre esas dos realidades que me golpea por todas partes, que me apuñala en cada contacto, ahí donde más duele, en el centro del alma, o sea lo que sea aquello que hace que yo sea yo. Y eso es lo que ocurre cuando digo que me he abstenido de votar y me miran raro, como si no tuviera otras cosas de las que preocuparme.


Por otro lado, el hablar estas cosas con alguien es otra manera de eludir responsabilidades, a mi modo de ver. Normalmente no tengo ninguna necesidad de hacerlo, de decir lo que pienso o contar lo que siento, porque son cosas que me atañen sólo a mí y nadie tiene tampoco la necesidad ni de saberlas, ni de sufrirlas. Tampoco tengo que demostrar nada, no tengo que rendir cuentas a nadie ni nadie tiene que rendírmelas a mí.

Pero confieso que hay momentos en que siento que he de eludir algunas responsabilidades, porque su peso me aplasta con el peligro de reducirme a la nada, o de llevarme por caminos verdaderamente peligrosos. El problema es que en esos momentos de casi desesperación, parece que he perdido todo contacto humano, o la realidad exterior no está en condiciones para recibirlas.

Este es uno de esos momentos. Y cedo esas responsabilidades a aquél o aquella que lea mis palabras. Así que me disculpo y lo agradezco de antemano.


viernes, 31 de octubre de 2008

La ligaterna




De les entranyes ardents del foc
sortí esparverada la salamandra,
però no en pogué fugir, car
fou aquest més hàbil i d'un cop li mossegà la cua.
La minvada salamandra, que era
d'argent viu i tot ho convertia,
transformà la llum calcinant del forn
en fluïda lluïssor de vida.

Aigua fresca, aigua clara; salut assegurada.


Creo que sí tengo un ídolo, y se llama Antoni Gaudí. Sólo hay que mirar, sentir e interpretar su obra para darse cuenta, no sólo de que era un genio, sino que además tenía mucho que decir. Y es algo que no entiende de razón. Es símbolo, es magia, es un universo distinto al que estamos acostumbrados, y el señor alquimista fue inteligente construyendo su legado en piedra. Su piedra filosofal, que será su vida eterna.

sábado, 25 de octubre de 2008

Partida y regreso




Una vez, hace tiempo, decidí lanzar todas las fotografías a la hoguera. Arrojé todo vestigio de mis recuerdos a los leones del olvido, que los devoraron aprisa, sin remordimiento, sin compasión. Destruí mis libros de poemas y mis historias de mundos fantásticos, aplastándolos como se aplasta a un insecto que incordia. Con asco y resentimiento reduje todo mi pasado a polvo y cenizas. Y lo peor de todo: olvidé a mis libélulas. Aquellas con las que noche y día emprendía el vuelo, bajo la luna, las nubes y las estrellas. Abrí su cuadra y las ahuyenté con un grito de desesperanza, y volaron en todas direcciones hasta perderse en los bosques esqueléticos de aquél gélido invierno.

Caminé, desde entonces, al paso de los caracoles. Me arrastré de un lado a otro acumulando a mi espalda el polvo asfixiante de los estériles caminos, vagando con torpe y babosa lentitud en una dirección incierta que me era indiferente, lamentándome del terrible desatino que era mi existencia. Fui un fantasma entre los hombres y me acostumbré a la soledad que me otorgaba la viscosa transparencia de mi carne. Me recluí a todas horas en el caparazón, que se agrandaba y se hacía fuerte con el tiempo, y si viajaba, lo hacía solamente en una espiral que era cada vez más y más oscura, más y más estrecha, que sólo conducía hacia mí mismo. Ésa fue precisamente la ventaja, la única. Lo que ocurría fuera era atroz y descabellado, sin sentido, estúpidamente inútil. Pero dentro, aprendí a controlarlo todo. Y ese descubrimiento fue maravilloso.




Han cesado los golpes.
Huele a tierra húmeda.
Ya no hace tanto frío.
Oigo un aleteo allí fuera...
¿A ver?


...sí, lo que esperaba.
Las libélulas han regresado. Otra vez.