martes, 22 de junio de 2010

Pero tú no me dejas.

Yo quiero amarte, pero tú no me dejas.
Sé que mi forma de amar es peculiar, o quizás no. Yo no te amo a ti, como tú eres. Yo amo lo que podrías llegar a ser, ¿no es bonito? Eso es porque miro dentro de ti, llevo mi mirada a tu alma, a tu esencia, a tu potencia. Y cuando hablo mis palabras quieren elevarte, hacerte fuerte, hacerte bella, hacerte eterna. Quiero besarte sin tocarte, que tu sangre hierva y tu consciencia explote al oírme hablar de ti.

Pasarán los días y la Tierra seguirá rotando, el Sol se enfriará, morirán los hombres y se apagarán los astros. Pero, ¿qué nos importa eso ahora, si el tiempo es nuestro y también nuestra es la aurora (esa joven luz que nos mantiene despiertos)? ¿No es suficiente? Mis labios dicen sí. Los tuyos están sellados.

Tan indeterminada eres… pareces un fantasma posado en los alambres del sueño. Muda y quieta. Quieta y muda, pero siempre mirándome desde lo alto como una rapaz nocturna emplumada de encanto, de duda, de magia y dolor. Cambiante voladora, huidora tenaz.

Yo quiero amarte, pero tú no me dejas.
Porque siempre, vida mía, mientras callas te vas.