martes, 16 de diciembre de 2008

Fundamentación de los Derechos Humanos

  1. Me encuentro en una habitación vacía. Son cuatro paredes lisas, un techo, un suelo, y nada más. He estado ahí desde siempre, es lo único que conozco. No puedo hacer nada más que seguir ahí.
  2. Me encuentro en una habitación vacía. Hay una puerta. Intento abrirla, pero no se puede. Lo intento muchas veces durante mucho tiempo, pero la puerta no se abre. No existe la posibilidad de salir.
  3. Me encuentro en una habitación vacía. Hay una puerta. Quiero salir. Abro la puerta y salgo.
  4. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de blanco. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. El hombre me mira y me dice: “tienes derecho a salir”. No entiendo muy bien lo que me quiere decir, puesto que quiero salir y tengo la posibilidad de salir, ¿qué significa que tengo derecho a salir? De todos modos, abro la puerta y salgo.
  5. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de negro. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. El hombre me mira y me dice: “No puedes salir”. Yo me extraño ante la afirmación. “Sí que puedo salir” le digo “puesto que la puerta puede abrirse”. El hombre me mira mal y me dice: “Lo que quería decir es que no quiero que salgas”. “Oh” me exclamo “pues usted perdone, pero yo estoy cansado de estar aquí, así que si me disculpa…” Intento salir, pero el hombre me retiene con una mano. “Creo que no lo entiende” me dice “le prohíbo salir”. Yo me extraño más aún, y me irrito “¿Ah sí? ¿Y con qué legitimidad me prohíbe usted salir, señor?”. El hombre vestido de negro hunde la mano bajo su americana y me muestra una navaja. Me lo pienso mejor y prefiero no salir.
  6. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de blanco y otro vestido de negro. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. “Tienes derecho a salir” me dice el hombre de blanco. “Te prohíbo salir” dice el de negro. “Pero este hombre tiene derecho a salir” le dice el primero al segundo. “Pero no me da la gana de que salga” le contesta el segundo al primero. “Oiga” le dice el de blanco al de negro “Este señor tiene derecho a salir y usted no puede prohibírselo”. El de negro, enfadado y sacando la navaja contesta: “¿Ah no? ¿Y quién va a impedirme que se lo prohíba?”. El hombre de blanco saca una pistola de debajo de su americana. Por suerte, finalmente puedo salir, aunque no me queda claro si tenía o no tenía el derecho a hacerlo.
  7. Estoy en una habitación vacía. Hay una puerta franqueada por un hombre vestido de blanco y otro vestido de negro. Quiero salir. Me dirijo a la puerta para abrirla. “Tienes derecho a salir” me dice el hombre de blanco. “Te prohíbo salir” dice el de negro. “Pero este hombre tiene derecho a salir” le dice el primero al segundo. “Pero no me da la gana de que salga” le contesta el segundo al primero. “Oiga” le dice el de blanco al de negro “Este señor tiene derecho a salir y usted no puede prohibírselo”. El de negro, enfadado y sacando la navaja contesta: “¿Ah no? ¿Y quién va a impedirme que se lo prohíba?”. El hombre de blanco saca una pistola de debajo de su americana. Pero entonces llegan seis hombres más vestidos de negro con navajas, y respondiendo a esto llegan ocho hombres de blanco con pistolas, y todos discuten si debo, si puedo o si tengo el derecho a salir. Cansado de la situación, les lanzo una granada de mano y salen todos por los aires. Al fin entendí que era lo del derecho a salir. Abro la puerta, que está un poco chamuscada, y salgo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial! Me gusta mucho!