Nadie a día de hoy conoce a los inventores de estos extraños artilugios, porque pertenecen a una civilización y una técnica que nos son totalmente desconocidas. Estos chismes raros, a los que se les ha bautizado como diapasones exóticos, tienen la propiedad de los diapasones corrientes de emitir un sonido al ser golpeados o de algún modo “activados”. Sin embargo, su forma no es exactamente la simple U de un diapasón corriente, sino que presentan multitud de formas, estructuras y mecanismos que los hacen difícilmente descriptibles de forma genérica. El sonido que emiten es, también, único por cada forma, y en la mayoría de los casos no se limita a una nota estática, sino a una nota vibrante, chirriante, que se transforma en el tiempo, según la forma y el material del diapasón (que a parte de metal puede incluir madera o plástico, entre otros). Su tamaño es variable, pero todos pueden sostenerse con una mano para ser “activados” con la otra. Uno de estos chismes que pude observar, era realmente parecido a un diapasón corriente, con esa forma de U o de Y, con la diferencia de que no era de sección circular, sino cuadrada, mucho más gruesa, y las dos barras que forman la U se retorcían en espiral (cada una sobre sí misma, no entre ellas). Podría bien haber sido una reproducción a pequeña escala de un elemento inédito del “peine de los vientos” de Chillida. Éste en concreto, había que golpearlo para poder oír un sonido agudo, suave y de ondulación lenta. Otro de ellos, podría describirlo como una placa cuadrada de latón, parecido a uno de esos pequeños monederos plegables de cuero. Estaba recubierto de algún plástico muy fino, sin embargo, se intuía en su interior un sutil mecanismo metálico, que terminaba con dos “pestañas” triangulares de latón que sí eran visibles. Al mover una de esas pestañas, la otra se levantaba también, y era al soltarlas cuando un sonido entre metálico y electrónico se desprendía del pequeño cuadradito.
No hay evidencias científicas por el momento, pero se intuye que los sonidos que producen estos diapasones exóticos no son al azar, sino que cumplen alguna función específica, ya sea puramente estética o, lo que es más interesante, una función medicinal conseguida por la activación de ciertas zonas del cerebro a través de las ondas sonoras. Pero de momento esto es un misterio, y habrá que esperar a los resultados de próximas investigaciones.
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