lunes, 8 de marzo de 2010

Canción de la nieve de marzo o el vals del silencio.




Ver caer los copos helados del cielo gris es siempre una especie de milagro para el que se ha criado en un clima templado. Como un niño contempla uno las sombras minúsculas y oscuras que visten la niebla alta de topos danzarines. Topos que caen, caen, lentamente, sin prisa por llegar al suelo, y sólo se descubren blancos en contraste con un fondo oscuro, que desenfocamos adrede con la vista para poder seguir el recorrido de la nieve.

Nieve de Marzo, un insólito paisaje.

Con el televisor encendido en el canal de noticias 24h, se entera uno de las quejas mundanas hacia el fenómeno: carretera cortada, árbol caído, gente no duerme en casa...

Con la ventana encendida en el canal de noticas 24h, la nieve sigue cayendo. Empieza a acumularse en los tejados, las barandas, las ramas de los árboles. En los campos, en los coches, en las aceras. Parece que el mundo se viste hoy de blanco, no marfil, ni beige, ni ese gris sucio de algunas fachadas, sino blanco, un blanco frío y esponjoso.

La nieve sigue y sigue cayendo, impasible, paciente. Uno puede estar loco o estar en lo cierto si al prestar atención a la trayectoria que marcan los copos al caer descubre que bailan un vals, el Vals del Silencio. No es un silencio poético, no es un silencio con ausencia total de sonido, no es un silencio del alma. O a lo mejor es todo eso: un silencio del Tiempo, todo queda inmóvil, y sin embargo, la nieve baila un vals.

Un-dos-tres (cambia de dirección)
Un-dos-tres (vuelve a cambiar)
Un-dos-tres...

Y así, poco a poco, de tres en tres, el tiempo va haciéndose cada vez más lento, hasta que al final se para...

y todo se queda en blanco, como una fotografía navideña capturada en un instante que quiere hacerse eterno. Dejemos que crea tal cosa, no fundamos su esperanza antes de tiempo.

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